Una boda neoyorquina con espíritu colombiano en Lotos Club

Tom y Olivia querían que su boda tuviera un ambiente de Nueva York, por lo que el Lottos Club, donde el novio es miembro, tenía mucho sentido. «Realmente es un sueño hecho realidad», dice Olivia. La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia Presbiteriana de Madison Avenue. La novia lució un vestido palabra de honor Vera Wang a medida, ceñido en la cintura, con una voluminosa falda evasé cubierta de encaje ilusión desde el cuello hasta las muñecas.

El esmoquin de Tom fue hecho a mano en la fábrica de Brooklyn de Martin Greenfield Clothiers, los mismos sastres responsables de vestir a presidentes como Bill Clinton y Barack Obama y de hacer el extraordinario traje gris «American Utopia» de David Byrne.

«Siempre he tenido la idea de contratar un autobús lanzadera gigante como el Met [Gala]porque quería ir [to the church] Porque puedo estar de pie sin tener problemas con la ropa”, dice Olivia. «No quiero un auto viejo, no quiero un sedán, pero puedo ir en este autobús gigante con toda mi novia». Obtuvo su deseo y llegó a la iglesia de manera grandiosa.

Después de la ceremonia, se dirigieron al Lotos Club para la recepción, y Olivia fue a su habitación para cambiarse y ponerse un vestido de Oscar de la Renta con un elegante cuello en V y guantes de ópera de encaje de Cornelia James.

«Estoy muy orgullosa de mis raíces, así que era importante para mí tener alguna referencia a mi cultura en la boda», dice. Una banda de son cubana llamada Mélange toca jazz latino, boleros y salsa temprana, y la ropa de Alfredo Barraza, el diseñador por excelencia de las reinas de belleza de Colombia, cumple todos los requisitos.

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“Fue muy interesante ver cómo todos convivían en la situación americana”, recuerda Sebastián Caprice, un amigo venezolano y escritor residente en Milán. “Lado de Tom, mucho Gringo, junto con la familia de Olivia y amigos colombianos, todos los cuales pueden llegar desde Barranquilla. A la mitad de la recepción de la boda, la banda comenzó a tocar salsa y la mitad de la fiesta, incluida Olivia, dejó de comer para bailar. No podías evitar que fueran latinos. Se sirve la cena, pero también se sirve salsa.

Olivia había planeado usar su vestido de cóctel Alfredo Barraza, bordado con diminutas lentejuelas de plumas de avestruz que bailaban salsa en el dobladillo para darle más brillo al carnaval. «Quería disfrutar cada segundo, así que decidí quedarme un poco más y bailar», dice. Una Nochevieja en Cartagena, o cuando la pareja celebra su próximo aniversario, es cuando se estrena el vestido.

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