La experiencia del vuelo espacial, particularmente las misiones más largas y el tiempo de recuperación más corto entre misiones, induce cambios en los fluidos del cerebro que pueden no volver a la normalidad antes de los vuelos posteriores, según un estudio publicado en Scientific Reports. Los ventrículos, cavidades en el cerebro llenas de líquido cefalorraquídeo, se agrandan cada vez más con vuelos espaciales más largos de hasta seis meses, y los intervalos entre misiones de menos de tres años pueden no permitir suficiente tiempo para que los ventrículos se recuperen por completo.
Los vuelos espaciales inducen cambios generalizados en el cerebro humano, incluida la expansión del volumen ventricular, pero no está claro si estos cambios varían con la duración de la misión o la cantidad de misiones de vuelos espaciales anteriores. Rachel Seidler y sus colegas examinaron los cerebros de 30 astronautas utilizando imágenes de resonancia magnética, tanto antes como después del vuelo espacial, incluidos los de misiones de dos semanas (ocho astronautas), seis meses (18 astronautas) y más largas (cuatro astronautas). Encontraron que los vuelos espaciales más largos resultaron en una mayor hipertrofia ventricular, que disminuyó después de seis meses en el espacio.
Los autores encontraron que para los 11 astronautas que tenían más de tres años para recuperarse entre misiones, hubo un aumento asociado en el volumen ventricular después de su última misión. Sin embargo, los autores encontraron que en siete astronautas que tuvieron un tiempo de recuperación más corto entre misiones, hubo poco agrandamiento de los ventrículos después del vuelo en comparación con antes del vuelo. Sugieren que menos de tres años entre vuelos espaciales puede no ser tiempo suficiente para permitir que los ventrículos recuperen su capacidad compensatoria para acomodar el aumento de líquido intracraneal y permanecer agrandados cuando los astronautas regresen al espacio dentro de ese período de tiempo.
A medida que los vuelos espaciales se han vuelto más frecuentes y de mayor duración, los hallazgos brindan información sobre cómo la experiencia de los vuelos espaciales, tanto en el pasado como en el presente, afecta los cambios cerebrales. Los autores concluyeron que sus hallazgos podrían ayudar a mejorar la orientación para la planificación de futuras misiones.
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