La original estadounidense Georgia O’Keeffe viaja a España

Cuando Georgia O’Keeffe, de 20 años, irrumpió en la escena de la Galería de Nueva York en 1917, el mundo del arte estadounidense estaba bajo la influencia del cubismo francés. Pero los resúmenes en carboncillo de O’Keefe proporcionaron una versión del modernismo que era radicalmente individual. Más tarde se describió a sí misma como «trabajando en mi propia incógnita, nadie complace excepto yo». No hizo su primer viaje a Europa hasta 1953, cuando tenía 66 años, era una artista madura.

Esta última visita a Francia y España, a la que siguió otro viaje a España al año siguiente, despertó la imaginación de la comisaria Marta Ruiz del Arbol, que había pasado casi 20 años intentando organizar una exposición retrospectiva española de la obra de O’Keefe. Está previsto que finalmente abra en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid el 26 de abril, antes de viajar al Centro Pompidou de París y a la Fondation Beyeler de Basilea. Se exhibirán alrededor de 90 pinturas y dibujos que cubren la totalidad de los 60 años de carrera de O’Keefe.

From the Plains II (1954), una de las cinco pinturas de la colección privada del museo, es la segunda edición de una pintura que O’Keeffe hizo 35 años antes en Amarillo, Texas. Muestra una península que se ensancha y se extiende bajo los colores llameantes de una puesta de sol dentada. «Lo que estás haciendo aquí no está imitando a la naturaleza», dice la Sra. Ruiz del Arbol. «En cierto modo es una abstracción de la naturaleza, manteniendo la parte esencial de lo que vi al ponerlo en un lienzo».

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O’Keeffe creció en la naturaleza de Wisconsin y siempre ha estado fascinado por los espacios abiertos con vistas ilimitadas. Más tarde encontró una sensación similar de consuelo en Badlands de Nuevo México, donde vivió después de la muerte de su esposo, el fotógrafo Alfred Stiglitz, en 1946. O’Keeffe vivió otros 40 años y murió a la edad de 98 años.

Ruiz Del Orbol cree que el primer paso en el proceso creativo del artista fue el descubrimiento de nuevos paisajes, ya sea a pie, en coche, a caballo o en avión. “Antes de ir al estudio, antes de empezar a pintar, caminaba y viajaba”, dice la Sra. Ruiz del Arbol. «Mi mensaje en esta exposición fue que ella necesita actuar para ser creativa».

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