La violencia mortal resurge en el «laboratorio para la paz» de Colombia.

La violencia mortal está aumentando en Buenaventura en medio de fallas en la implementación del proceso de paz prometido en la principal ciudad portuaria de Colombia en la costa del Pacífico.

El recrudecimiento de los asesinatos amenaza una lucha que libran las pandillas más grandes de Buenaventura, «Los Shotas» y «Los Espartanos», desde septiembre del año pasado.


La lucha entre pandillas ha vuelto a la paz en la principal ciudad portuaria del Pacífico de Colombia


En un video publicado en las redes sociales durante el fin de semana, un grupo de hombres armados prometió defender la ciudad portuaria contra «Los Jalisco».

La amenaza sigue a una nueva ola de asesinatos, incluidos los asesinatos de dos líderes de Los Shodas en mayo.

Asesinatos en Buenaventura

Ante la amenaza, el ministro de Defensa, Iván Velázquez, difundió imágenes de fuerzas especiales de la Policía Nacional patrullando una de las zonas empobrecidas de Buenaventura.

El ministro ignoró los llamados de la gobernadora del Valle del Cauca, Clara Luz Roldán, para militarizar la ciudad.

El obispo de Buenaventura, monseñor Rubén Darío Jaramillo, lleva un mes negociando con los shodas y espartanos en un intento por lograr un compromiso de cese al fuego.

El ministro de Justicia, Néstor Osuna, dijo que pediría al Congreso que apruebe una legislación que permita a los aproximadamente 1.700 miembros de las pandillas movilizarse colectivamente cuando los legisladores regresen del receso de verano a finales de este mes.

Según el senador Ariel Ávila, uno de los artífices de las políticas de paz del gobierno, la falta de aprobación por parte del Congreso de esta ley antes del verano provocó un recrudecimiento de la violencia en Buenaventura.

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Ávila dijo en Twitter que la campaña política previa a las elecciones locales de octubre también está alimentando la violencia.

Buenaventura, uno de los principales centros de exportación para el tráfico de cocaína, históricamente ha experimentado una violencia persistente e intensa a causa de su puerto.

La pobreza extrema y la corrupción política entre los 400.000 habitantes de la ciudad han empeorado aún más la situación humanitaria en la ciudad portuaria.

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