La revisión explica los componentes menos conocidos pero vitales de la dieta mediterránea.

La dieta mediterránea ha ganado una inmensa popularidad en las últimas décadas debido a su efecto positivo científicamente probado en la salud humana. Se han realizado muchos estudios para descifrar el impacto de este patrón dietético en la salud y el medio ambiente.

En un artículo de revisión publicado en Revista de medicina traslacionallos autores ofrecen una descripción detallada de los componentes nutricionales subestimados de una dieta mediterránea saludable.

Aspectos subestimados de una verdadera dieta mediterránea: comprender las características tradicionales de la aplicación global de la dieta “planetaria”.

fondo

La dieta mediterránea fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2020. Varios estudios realizados tanto en países mediterráneos como no mediterráneos han puesto de relieve la eficacia preventiva de esta dieta frente a la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, vasculares e incluso el cáncer.

Sin embargo, una amplia gama de factores dietéticos han quedado sin explorar al estudiar la adherencia a esta dieta. Los estudios que examinan el impacto de la dieta mediterránea en la salud se han centrado principalmente en el consumo de frutas, verduras, aceite de oliva y cereales.

Los factores dietéticos que han permanecido inexplorados incluyen el consumo de cereales integrales, legumbres, nueces, semillas, hierbas, especias, huevos, productos lácteos y vino tinto. Otros factores inexplorados que pueden influir significativamente en la adherencia a la dieta incluyen los métodos de cocción, la producción, el procesamiento y la conservación de los alimentos.

En este artículo, los autores exploran aspectos nutricionales importantes e inexplorados para definir y caracterizar mejor la dieta mediterránea en el mundo moderno.

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Componentes nutricionales inexplorados de la dieta mediterránea

La mayoría de las metodologías utilizadas para evaluar los beneficios nutricionales y para la salud de la dieta mediterránea tienen algunas limitaciones. Las puntuaciones e indicadores nutricionales que determinan el contenido nutricional de la dieta mediterránea generalmente no tienen en cuenta el total de calorías diarias ni la proporción de macronutrientes.

La clasificación de la dieta mediterránea basada en puntos nutricionales y el índice nutricional no puede captar plenamente los aspectos culturales, de comportamiento y culinarios que caracterizan el patrón dietético mediterráneo adoptado por los individuos que viven en la región mediterránea, desde sus inicios históricos hasta los agricultores del sur de Italia en el Década de 1960. .

huevos

Los indicadores dietéticos que evalúan el nivel de adherencia a la dieta mediterránea generalmente no incluyen el consumo de huevo. Los huevos son ampliamente considerados como una fuente importante de colesterol y un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. De hecho, los huevos son una fuente nutritiva y económica de proteínas, vitaminas y minerales.

La evidencia científica indica que las proteínas del huevo son fáciles de digerir y aportan muchos aminoácidos esenciales. Los huevos son una rica fuente de péptidos bioactivos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Además del colesterol, la grasa del huevo contiene fosfolípidos, ácidos grasos mono y saturados, luteína, lecitina, colina y una variedad de vitaminas y minerales.

En particular, algunas personas pueden experimentar problemas cardiovasculares debido al colesterol del huevo debido a la producción de N-óxido de trimetilamina (TMAO). Sin embargo, el consumo de huevos se asocia con muchos beneficios para la salud.

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Productos lácteos

La leche y sus productos, como la mantequilla, el yogur y el yogur, forman parte de la dieta típica de las regiones mediterráneas desde hace al menos 9.000 años. Sin embargo, los ácidos grasos saturados de los productos lácteos han limitado su consumo con el tiempo debido al potencial de aumento del colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL) en la sangre.

La evidencia sugiere que los ácidos grasos saturados derivados de los productos lácteos sólo pueden aumentar parcialmente los niveles de colesterol LDL en la sangre. A su vez, estos ácidos grasos tienen muchos efectos beneficiosos, incluida la estimulación de los niveles de lipoproteínas de alta densidad (HDL), la mejora de la función metabólica y la prevención del desequilibrio microbiano.

La evidencia también sugiere que el consumo de leche y productos lácteos se asocia con un menor riesgo de complicaciones cardiovasculares, incluida la presión arterial alta, así como un menor riesgo de cáncer colorrectal.

Nueces y semillas

Ciertos tipos de frutos secos, como las almendras, las nueces y los pistachos, así como las semillas, como las de pino, lino, calabaza y girasol, han formado parte de la dieta típica de las regiones mediterráneas durante miles de años.

Una gran cantidad de evidencia sugiere que el consumo de nueces se asocia con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, los resultados de los ensayos clínicos sugieren que las nueces pueden aumentar los niveles de LDL en la sangre. Por el contrario, sólo unos pocos estudios han analizado los efectos de las semillas en la salud y han producido resultados mixtos.

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El análisis nutricional de estos alimentos ricos en energía indica la presencia de ácidos grasos esenciales, fitoquímicos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias y fitoesteroles con propiedades reductoras del colesterol.

Hierbas y especias

El consumo de hierbas y especias está documentado desde hace mucho tiempo en las regiones mediterráneas. Estos ingredientes de origen vegetal se utilizan para mejorar el sabor, el sabor y el aroma de los alimentos. Sin embargo, estos ingredientes rara vez se encuentran en algún grado para adherirse a la dieta mediterránea.

La evidencia científica sugiere que las hierbas y especias pueden reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles. Son ricos en fitoquímicos con propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, anticancerígenas, hipolipemiantes y hipotensoras. Pueden mejorar la digestión y ejercer efectos neuroprotectores.

vino tinto

El consumo moderado de vino es una parte integral de la dieta mediterránea tradicional. Sin embargo, las pautas dietéticas actuales recomiendan excluir el alcohol de la dieta debido a sus efectos cancerígenos y otros efectos adversos para la salud.

Varios estudios observacionales indican claramente que el consumo moderado de alcohol puede reducir significativamente el riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad por todas las causas. Sin embargo, su efecto sobre el riesgo de cáncer de mama, hígado y colon aún no está claro.

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