La lucha por la paz y la democracia genuina en Colombia: enviar gente

Equipos de negociación de paz del gobierno colombiano y el ELN al final de la cuarta ronda de conversaciones en Caracas.

El Comité de Participación Nacional (CNP) fue instalado el 3 de agosto en Bogotá por el comandante Pablo Beltrán, el jefe negociador del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), el presidente de Colombia, Gustavo Pedro, y 81 representantes de diversos sectores de la sociedad civil. . El establecimiento del CNP marcó el inicio formal de un alto el fuego bilateral de seis meses entre ambas partes, que se acordó el 9 de junio en la última ronda de conversaciones celebradas en Cuba.

Las palabras de Pablo Beltrán, «Confíen en nosotros para resolver las causas, no las consecuencias, del conflicto armado» dejan claro que la violencia armada es una pequeña parte de la violencia que azota a la sociedad colombiana en comparación con la violencia sistemática del Estado hambriento. Matando gente.

María Consuelo Tapia, integrante del equipo negociador del ELN, dio definiciones políticas más precisas y llamó a «acciones pacíficas» que permitan a los sectores más marginados de la población expresar demandas históricas, exclusiones ancestrales y actuales, buscando «una comunidad en diálogo». » para resolver sus problemas estructurales históricos. En su discurso, Gustavo Pedro expresó la posición que representa como parte del gobierno colombiano. En sus palabras se repiten dos elementos centrales: la necesidad de poner fin a formas históricas de violencia en el uso de la política y la necesidad de que los resultados de este proceso de diálogo de paz sean fruto de un acuerdo político nacional más amplio.

Pablo Beltrán señaló los peligros para la paz, destacando que el gobierno sigue siendo parte del Estado y que hay sectores de la élite que no aceptan el actual proceso de diálogo. Dijo que es necesario observar su comportamiento en el tiempo. Al mismo tiempo, enfatizó la importancia de la participación comunitaria en el desarrollo de propuestas de cambio social para la paz. Estas propuestas, dice, no deben ser declaraciones, sino el producto de un acuerdo político más amplio entre diferentes sectores a nivel nacional para garantizar su implementación.

Mientras tanto, la cuarta ronda de negociaciones oficiales entre el gobierno y el ELN concluyó exitosamente el 4 de septiembre en Caracas, Venezuela. Ambas partes alcanzaron acuerdos clave sobre la creación de zonas humanitarias en las zonas más afectadas por la violencia, un análisis de la situación de los presos políticos del ELN, el apoyo al CNP y el mantenimiento de un alto el fuego bilateral. .

En este contexto, La Tisa Entrevisté a Antonio García, el primer comandante del ELN, para obtener más información sobre el proceso de diálogo y lo que se considera el mayor obstáculo para lograr una paz genuina y duradera.

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La Tisa: Como sabemos, el paramilitarismo siempre ha tenido una función específica dentro del tipo de dominio estatal históricamente establecido en Colombia. ¿Cómo se prepara para aceptar los riesgos políticos y militares de un proceso de paz basado en la presencia de grupos paramilitares?

Antonio García: La amenaza de los paramilitares es permanente, no sólo durante el alto el fuego. Se sabe que el paramilitarismo es una parte esencial de la doctrina contrainsurgente del gobierno colombiano, razón por la cual sostiene a los gobiernos. El paramilitarismo es más que una estructura, es un medio para llevar a cabo operaciones clandestinas del Estado. Esto permite al Estado hacer todo lo que quiera, pero pone en peligro su legitimidad y trae serios problemas legales nacionales e internacionales.

Sabemos que los paramilitares tienen licencia para financiar de forma autónoma sus estructuras y operaciones utilizando el negocio del narcotráfico. Realizan asesinatos selectivos contra líderes sociales y comunitarios, realizan masacres para incitar al terror en las comunidades y tratan de abandonar sus luchas. También actúan como fuerza de choque para las corporaciones transnacionales interesadas en reubicar comunidades de territorios que desean explotar para obtener recursos.

Actualmente y durante el alto el fuego, son una herramienta operativa para que las fuerzas militares realicen operaciones ofensivas en zonas donde hay presencia y movimiento de guerrillas. Su objetivo es influir en las comunidades y continuar con su política de eliminación y control de la permanencia y movimiento de la guerrilla. Esto sería ventajoso para el gobierno desde un punto de vista estratégico.

Trabajan para el gobierno y gracias a ellos el gobierno no se hace responsable y les permite actuar militarmente contra nosotros. Por estas razones, el ELN es libre de actuar contra ellos; El alto el fuego no se aplica a estos grupos y pandillas.

LT: Si tomamos en cuenta que existen diferencias y contradicciones entre los distintos sectores de la coalición de gobierno de Pedro, con otros sectores de la política tradicional colombiana -algunos muy reaccionarios y conservadores- en disputa, ¿cómo valora el ELN la oposición de ese sector? ¿Para el proceso de negociación del gobierno colombiano?

AG: Para comprender mejor el fenómeno político colombiano podemos simplificar. Actualmente hay tres coaliciones políticas en el parlamento: extrema derecha, centroderecha y centroizquierda, ninguna de las cuales puede legislar como fuerza definitoria y requiere coaliciones con otras coaliciones.

Cada una de estas coaliciones busca convertirse en la fuerza líder del próximo gobierno en el corto y mediano plazo. Por ello, se mueven con cuidado y con cierta flexibilidad, lo que les permite confiar en las alianzas. El gobierno reclama una mayoría parlamentaria del bloque de centroderecha, que incluye al Partido Liberal y a los Sandistas. [close to former president Juan Manuel Santos], además de vegetación. La extrema derecha se agrupa en Centro Democrático, Cambio Radical y Conservadores. Buscan alianzas con facciones de centroderecha. Una coalición de centroderecha busca aliarse a ambos lados.

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El gobierno ha priorizado, en ocasiones, las alianzas con sectores políticos tradicionales y dejado de lado al bloque social y popular. Pero cuando estas alianzas no funcionan, se recurre a la movilización y el apoyo popular.

Algunas secciones del tratado histórico interpretan estas críticas a la postura reformista del gobierno como críticos del campo popular o de la izquierda como uripistas. Si se quieren formar coaliciones desde la izquierda, los departamentos gubernamentales deben estar abiertos a la crítica, y para ello es necesario escuchar no sólo a quienes hablan bien del gobierno, sino también a la sociedad.

LT: En la situación de posconflicto con las FARC-EP, vimos una continuación de la política de remoción física de combatientes movilizados y líderes comunitarios. ¿Qué análisis puede hacer de esta situación posconflicto hasta la fecha? ¿Cuáles serían las principales demandas del ELN para un hipotético posconflicto?

AG: Siempre hemos sido críticos con el concepto de «posconflicto»: no puede existir una sociedad libre de conflictos, porque el conflicto es la dinámica de una sociedad. Es a través del conflicto como se rompe el status quo de dominación, explotación y subyugación. Se pueden lograr otras formas de relaciones constructivas dentro de las sociedades mediante un manejo adecuado de los conflictos. No se trata de erradicar o ignorar los conflictos, sino de saber afrontarlos o gestionarlos. Esto siempre debe hacerse con la participación de la comunidad.

Con la desmovilización de las ex FARC, el conflicto siguió siendo el mismo… El Estado y el régimen político no cambiaron, su esencia siguió siendo la misma: un régimen policial militarizado que buscaba mantener una poderosa hegemonía económica y política. Departamentos a través de la persecución política.

Esto lleva al asesinato de los partidos de oposición. En el proceso de apertura con el ELN, intentamos explorar si podíamos avanzar hacia la democratización del Estado y la gobernanza política basada en un acuerdo nacional que hiciera a Colombia democrática, justa e inclusiva. País.

El proceso de negociación con el gobierno no se basa en hacer demandas sino en establecer acuerdos y eso es lo que hacemos. Nuestro objetivo es que se logre con la participación de la comunidad.

LT: ¿Cómo califica el ELN el desempeño del gobierno de Pedro? ¿Existe la posibilidad de avanzar con reformas profundas en las que el pueblo y la sociedad colombiana sean protagonistas?

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AG: Yo El gobierno de Pedro oscila entre alianzas con partidos políticos tradicionales, y cuando esto no funciona, recurre al apoyo de movimientos populistas y sociales. Es mejor identificarse más con las aspiraciones populares e impulsar reformas más fundamentales a partir de ahí.

El cambio por medios democráticos o radicales, ya sea a través de levantamientos populares o luchas armadas o insurgentes, cualquier proceso de cambio debe tener el apoyo y la identidad, las aspiraciones y la fuerza del movimiento popular para ser real.

LT: Finalmente, nos gustaría recibir algunas reflexiones de usted sobre esta nueva «ola» de gobiernos progresistas. ¿Cómo se compara este progresismo con el anterior? ¿Proporciona un impulso para procesos de cambio más profundos? ¿Se puede lograr?

AG: Las olas pueden ser un espacio temporal o fluido a través del cual nos movemos, un espacio moldeado por las circunstancias del tiempo, las contradicciones que crean movimientos y la búsqueda de nuevos y viejos problemas de la existencia de las sociedades. Social, política, artística y cultural. Al igual que en el mar, necesitas navegar las olas con un buen barco, las herramientas adecuadas para guiarte y la potencia para llevarte a donde necesitas ir.

El progresismo es una forma suave de presentar un cambio o cambio, para no asustar, para no generar miedos. Se pronuncia en un tono que intenta decir: «Esto es bueno», sin mayor sorpresa. No tan radical como una revolución, pero sí algo amable, aceptable y permisivo.

En los tiempos tumultuosos del neoliberalismo, uno quiere ir tranquilo, cree que puede pasar desapercibido y el imperialismo estadounidense se tragará la historia de que necesita ir a algún lugar que se considere amigable.

Algunos piensan que se puede alcanzar este territorio amigo, pero se requieren alianzas que desdibujen las aspiraciones populares. Si bien esto puede funcionar en las etapas iniciales, en ausencia de poder popular, esos cambios limitados serán contrarrestados por las fuerzas de derecha.

No es que no se pueda avanzar por etapas, pero todo depende del poder social y político para impulsar y defender las reformas. Pero para lograr cambios fundamentales en una sociedad se requieren cambios en el régimen político.

Para que esto suceda tiene que haber un juego de fuerzas que lo haga posible, se puede gobernar de otra manera y hay otros actores políticos. Si es un régimen democrático, enfrentará la prueba de fuego para convertirse en una Colombia democrática, justa e inclusiva.

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