El aumento de las contribuciones a la seguridad social aumenta los costos laborales, cuando el desempleo es nuestro mayor problema

Fernando González Urbanega | Las cotizaciones a la Seguridad Social aparecieron en las noticias por el anuncio de una subida de precios de seis décimas. Cabe señalar que sufrimos cierta confusión en conceptos que se remontan a mucho tiempo y no nos ayudan a comprenderlos. Aún existe una distinción estéril entre la llamada contribución del trabajador y la contribución de la empresa, una distinción retórica que lleva a la confusión. El hecho de que una parte de la cotización se refleje en la nómina y otra en el epígrafe de coste del trabajo es irrelevante; Debido a que, en efecto, todas las contribuciones son costos salariales obligatorios de la empresa, los salarios diferidos de los empleados, depositados en el sistema de seguridad social administrado por el gobierno.

El trabajador desconoce que el costo salarial del empleador es el costo total reflejado en su salario (incluida una parte de la contribución a la Seguridad Social y la deducción del IRPF) y las contribuciones cargadas a la empresa, que también son salarios desde que adquirió el salario original. en el contrato de trabajo. El supuesto coste total de la empresa es la suma de todos estos conceptos. Y tendría sentido que todos se vieran reflejados en la nómina, porque todo es un salario. Hoy, el 79% de las cotizaciones sociales en España van al sistema de pensiones, el 19,5% al ​​paro, el 2% a la formación profesional y el 0,55% al ​​Fondo de Garantía Salarial. En total, el costo adicional es del 36,25% de los salarios antes de las deducciones, que el gobierno pretende aumentar en seis décimas de punto porcentual. El objetivo de este paso es reponer las reservas del Sistema de Seguridad Social (la alcancía), anticipándose al impacto de las generaciones que llegan a la edad de jubilación desde la etapa de alta tasa de natalidad.

Y una cautelosa medida cautelar en el momento de discapacidad grave y crónica en el sistema regular de pensiones. Un déficit que el gobierno pretende cubrir con el presupuesto, mediante asignaciones de tesorería y con los gastos que hasta ahora han sido cargados al sistema de seguridad social.

El problema del aumento de cotizaciones es que conlleva un aumento de los costes salariales reales, lo que desincentiva el empleo cuando el paro es el principal problema de los españoles. No es fácil resolver los dilemas de los administradores de sistemas para equilibrar los números. Si la parte constante de la ecuación es mantener el poder adquisitivo de las pensiones actuales y futuras, entonces la parte variable es solo la parte correspondiente al ingreso. En concreto, más aportaciones o más transferencias de tesorería, que tampoco se encuentra en una buena situación financiera.

Los empleadores se quejan de que aumentar la masa salarial es anti-empleo, que los sindicatos quieren más transferencias del estado (alguien dará dinero) y el gobierno está tratando de no perder las elecciones. Salir del laberinto requiere más explicaciones, más liderazgo político y más disposición para resolver problemas reales.

De todos modos, que quede claro que todas las suscripciones son salarios. Está ligado al empleo y a todo lo que paga el empleador. Y le da una gran parte al estado para que maneje diligentemente al «buen comerciante», que no ayuna y no promete lo que no puede lograr.

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