Tormenta financiera: la montaña dio a luz a un ratón

Fernando González Urbanega | La secuencia de los hechos está íntimamente relacionada con el desenlace y está relacionada con el enfrentamiento electoral. Detrás y debajo de esta polémica o tempestad no hay dogmas ni teorías, ni documentos con propuestas bien fundadas, es sólo una cuestión de pinceladas con pretensiones ideológicas con pocas escapatorias y muchas artimañas.
El partido de oposición, liderado por Núñez Figo, en un intento de marcar la agenda, propuso una bajada general de impuestos como mecanismo para devolver a los contribuyentes los excedentes recaudados producto de la inflación. Además, el presidente andaluz anunció el cumplimiento de una promesa electoral: el tipo cero del impuesto sobre el patrimonio de jurisdicción y administración autonómica.

El Gobierno acordó con el Partido Popular, en primer lugar, excluir cualquier bajada de impuestos, y también advertir que respondería a la neutralización del impuesto sobre el patrimonio imponiendo un nuevo impuesto estatal a las grandes fortunas, es decir, a la riqueza. Todo ello aderezado con la demagogia de Robin Hood, que grava a los ricos para dar a los pobres.

El resultado final es una propuesta del gobierno (un consenso de coalición) para proponer una supuesta reforma tributaria para reducir los impuestos sobre los ingresos bajos y aumentarlos sobre los ingresos del capital y la riqueza.

Renovar el sistema tributario roto no llega al corazón del problema. Ignora informes de expertos bien establecidos de que los cajones inactivos siguen siendo cosméticos, con ajustes obvios que no aumentarán los ingresos, estimularán la economía ni reducirán la inflación.

La montaña dio a luz a un ratón. El disco que no cambia nada. Es una buena idea aumentar el depósito mínimo tributario y aumentar la deducción por empleo, lo que afectará a muchos contribuyentes, pero sin impactar la recaudación de impuestos. La invención de un impuesto a la riqueza equivalente al impuesto ya vigente es irrelevante. Afecta muy poco y es dudoso que logre los ingresos previstos. La experiencia con los impuestos que inventó este gobierno hace un año (tasa Google y tasa Tobin) es elocuente, de lo dicho a lo logrado aún queda mucho camino por recorrer.

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Las restricciones del impuesto de sociedades sobre las PYME son insignificantes. Lo mismo ocurre con las ampliaciones de rentas de capital superiores a 200.000€ (ruta ya utilizada hace dos años). O bien la modificación de las unidades de autónomos, un modelo que hay que superar y normalizar porque es uno de los agujeros negros para enmascarar las normas tributarias.

En definitiva, medidas de baja intensidad y escasos resultados, que no afectan al núcleo del problema fiscal: el agotamiento de las figuras impositivas existentes. Viaje a ninguna parte, viajando entre el ruido y la confusión para no cambiar nada peligroso. Cuando se pueda evaluar la reforma, sospecho que no afectará más ni menos del 2% de la recaudación tributaria.

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